Los alumnos de Literatura Universal compramos en septiembre varios billetes para el Interrail y contratamos guías excepcionales para cada uno de nuestros destinos.
Así, antes de Semana Santa, cogimos en Almendralejo junto a José de Espronceda, un romántico tren que nos llevó hasta Alemania.
Allí nos recogió un tal Werther, un tipo raro que nos dejó leer unas cartas que había escrito a un amigo y en cuanto terminamos de leerlas y comentarlas, nos acompañó a la estación rumbo a Inglaterra donde nos esperaban las hermanas Brönte.
No hicimos nada excepcional, fuimos al cine donde proyectaban dos películas muy antiguas (no estuvo mal la experiencia) que por lo que nos dijeron, trataban sobre una tal Jane Eyre –conocida de una de las hermanas, Charlotte- y una finca llamada Cumbres Borrascosas con la cual guardaba alguna relación la otra hermana, Emily.
Aún sin que nuestros ojos se hubiesen acostumbrado a la claridad tras la oscuridad del cine, montamos en otro tren, que esta vez nos llevó hasta Francia. Aquí nos esperaban tres hombres: Alejandro Dumas, Prosper Mérimée y Victor Hugo.
Con Alejandro Dumas fuimos a la ópera en un viaje relámpago hasta Venecia - esta vez en avión donde se estrenaba La Traviata -versión operística verdiana de su obra La Dama de las Camelias-. (Nos sentimos identificadas con Julia Roberts en "Pretty Woman" de vuelta a París y sin abandonar el aeropuerto, Merimée nos montó en otro avión rumbo a Sevilla, donde nos presentó a una mujer fatal - Carmen- y con ella nos dejamos llevar por las predicciones. Pero las nuestras con destreza, por supuesto. Así que en el hotel, cogimos nuestros organizadores gráficos y nos adentramos en un profundo pensamiento partiendo de una loca pregunta ¿hablaba Euskera Carmen?
Tras una noche en vela, regresamos a París donde nos reencontramos con Víctor Hugo. Había sacado entradas para ver un musical, Los Miserables. Sin dar tiempo a que nos recuperásemos de la emoción, nos llevó al Panteón y vimos que allí, entre los más grandes hombres de la República francesa, se hallaba su tumba.
Y hasta aquí nuestro Interrail.
Ahora nos queda el viaje virtual a Rusia, Italia, Dinamarca y Estados Unidos que tendremos que plasmar en un mapa mental.
Próximo billete... el Realismo. ¡Pasajeros al tren!
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